PROTOCOLO CONTRA EL ACOSO ESCOLAR

Existe consenso en lo que caracteriza de manera específica una situación de acoso escolar. J.M Avilés lo
expresa de la siguiente manera: “La intimidación y el maltrato entre escolares de forma repetida y
mantenida en el tiempo casi siempre lejos de los adultos, con la intención de humillar y someter
abusivamente a una víctima indefensa por parte de un abusón o un grupo de matones, a través de
agresiones físicas, verbales y sociales y con consecuencias de victimización psicológica y rechazo social”

(AVILÉS, J. M. 2015. Proyecto antibullying. Madrid. CEPE)
Hay tres aspectos que caracterizan el fenómeno y nos ayudan a identificarlo como tal:

Desigualdad. Desequilibrio de poder. El agresor/a es percibido como más fuerte que la víctima.
Goza de mayor fortaleza física o psicológica, está socialmente más integrado/a o apoyado/a, etc.
Cuando la víctima de la situación tenga la consideración de Alumnado con Necesidad Específica de
Apoyo Educativo, esta característica deberá, preferentemente, considerarse como acreditada.

Recurrencia. Acciones repetidas en el tiempo. Repetición de agresiones, repetición de actores,
repetición de lugares.

Intencionalidad. Intención de hacer daño, de hacer sufrir, de imponer el esquema dominio/sumisión. Hay cierta programación, planificación y cálculo de la situación.

Cualquier miembro de la comunidad educativa que observe indicios de una posible situación de acoso
escolar, lo deberá comunicar, con la mayor brevedad posible, al Equipo directivo, cumplimentando el ANEXO I-a del documento que se presenta a continuación.